TERRIBILITÀ SUBLIME: ARTE Y MÚSICA EN FLORENCIA

Gabriel Menéndez | Especial para mikelrecomienda | Mayo 2020

Artículo desarrollado por el autor en tres audios introductorios a la historia de la música en Florencia

Próximo viaje de Gabriel Menéndez a Florencia (7-9.Nov´20): Terribilità Sublime. Arte y Música en Florencia y Bolonia

Visitar Florencia significa recordar y devolver la vida a todo un pasado. Allí donde se posan los ojos, surge el espíritu en toda su profundidad. Se le ha llamado a Florencia la Atenas italiana: este beso entre la Antigüedad clásica y el mundo moderno no podría describirse mejor…

(Franz Grillparzer, Autobiografía, 1870)

Cuando Guillaume Dufay, el compositor más importante de principios del siglo XV, compuso en 1436 el motete Nuper rosarum flores para la magnífica cúpula diseñada por Brunelleschi, empleando dos tenores isorrítmicos que personificasen la doble bóveda que la sostenía, probablemente no imaginaba que estaba dotando de sonido a la “música enmudecida de Florencia”. Hoy son de todos conocidas las insondables obras de Dante y de Petrarca, de Ghiberti y de Brunelleschi, de Donatello y Michelangelo Buonarroti; pero podríamos preguntarnos también: ¿qué música escucharon, qué compositores conversaron con ellos, qué obras se ejecutaron junto a sus sublimes obras de arquitectura y escultura? Nombres como Francesco Landini, Paolo da Firenze, Angelo Poliziano o Jacopo Peri deberían figurar junto a arquitectos y escultores como personalidades de una inmensurable inspiración, cuya música contribuyó igualmente, durante los siglos XIV, XV y XVI, a hacer de Florencia el epicentro del arte en Europa.

Si el Trecento florentino supone el nacimiento de la música italiana, caracterizada por su suave vocalidad y su tersura rítmica, paralela al dolce stil nuovo de los poetas y alternativa al entonces imperante Ars Nova francés, los movimientos neoplatónicos del siglo XV condujeron a una estética innovadora de la que bebieron tanto los artistas plásticos como los músicos. Con la generación de Michelangelo Buonarroti, los moldes empezaron a romperse, la terribilità y las pasiones inundaron la creación; el madrigal y las tumbas de los Médicis acompañaban las discusiones de las Academias florentinas que no buscaban ya ningún equilibrio, sino la excentricidad de los afectos; en el Palazzo Pitti se cultivaba la stravaganza y una nueva generación de compositores, en las últimas décadas del siglo XVI, decidió olvidar la polifonía con el fin de decretar el recitar cantando e inventar la ópera, el teatro musical por antonomasia. En 300 años había nacido, en Florencia, el arte de la modernidad. Si Michelangelo Buonarroti aseveró que él pintaba “con el cerebro y no con las manos”, a nosotros en este viaje nos gustaría “escuchar con la vista y contemplar desde el oído”, para lo cual una ciudad como Florencia no puede ser más pertinente…