UN CAMINO AL REVÉS DE LOS CRISTIANOS | VIGO A CARRIL

Las dunas de Nerga amanecen, a estas horas de la mañana, lánguidamente solitarias, agrestes, protegidas por un encrespado mar de pinos. Apenas un puñado de bañistas que practican el nudismo mientras caminan hacia las rocas batidas por la marejada que enmarcan la playa, una de las más bellas en la costa septentrional de Vigo. Nos unimos a ellos. El agua, cristalina, está absolutamente helada.

Una ruta por la Galicia profunda no estaría completa sin acercarse a sus faros imposibles. Para llegar al de Punta Robaleira toca caminar duro, siempre con las Islas Atlánticas al frente, especie de baluartes oceánicos donde la mirada queda anclada por miedo a perderse en la inmensidad rezumante del finis terrae. Es una linterna roja, metáfora cruel de tantos naufragios en esta costa maldita, a la vera de una playa espectacular, también rodeada de coníferas.

Pontevedra queda a tiro de piedra. Toca rendir homenaje a Valle Inclán –con su casa y la calle de Don Tristán de Montenegro, el tremendo y absoluto protagonista de las Comedias Bárbaras-, pero también al contraalmirante Méndez Núñez, héroe de la Batalla del Callao al mando de la Real Armada Española. Y a Castelao, tan lejos siempre, allá por las Américas, pero tan cerca de lo gallego: en 2018, el olvidado y perdido “Álbum Nós” llegó a Pontevedra desde Venezuela para quedarse. «Es bien sabido que el Álbum Nós marca un antes y un después en la labor de Castelao como artista, y también, desde múltiples puntos de vista, en la evolución del arte gallego del siglo XX», apuntó el director del Museo de Pontevedra, Carlos Valle, en julio de 2018, al recibir los 50 originales del álbum. Es esta ciudad de plazas y monasterios, catedral bellísima y buena gastronomía: aquí bordan el churrasco de buey gallego, siempre servido con una ensalada simple. El posterior paseo conduce al viajero hasta la “iglesia vieira”, con su imagen de la Virgen Peregrina, rodeada de soportales y terrazas floridas. Una leyenda vinculada a los últimos años de la Virgen María le atribuye el deseo de peregrinar a pie desde Éfeso, en la costa del Egeo turco, hasta Santiago de Compostela. La tradición asegura que la peregrina se detuvo a descansar en Pontevedra. En 1753 nació en la ciudad una hermandad dedicada al culto a la Virgen del Camino, actual Congregación de Nuestra Señora del Refugio, la Divina Peregrina.

A las Rías Baixas se entra por Combarro, con su colección de orgullosos hórreos frente a las marismas. Muy turistizado, el pueblo, esculpido en granito, huele a sardinas a la brasa: enormes parrillas lanzan al aire los salinos efluvios de un pescado tan humilde como delicioso. Aquí nacieron los ancestros del activista argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz por su compromiso con la no violencia y la resistencia pacífica frente a las dictaduras militares en América Latina. A tiro de piedra, la cosmopolita Sanxenxo, con su mega-puerto deportivo, ofrece al viajero un delicioso paseo marítimo donde, a estas horas, apetece tomarse un cortado con hielo disfrutando de las vistas sobre la playa. Y para playa, inmensa, la de La Lanzada. Se accede a sus finísimas arenas a través de largas pasarelas de madera sobre los esteros, y una vez en ella, se desvela ante la asombrada mirada un infinito lecho dorado, azotado por el viento, formando taludes de dunas frente a un mar gélido que invita a refrescarse con un buen chapuzón.

Y la cena, en Carril, en O Loxe Mareiro, ubicado en una antiguo tinglado de aparejo pesquero, frente a la ría de Arousa. Digamos que es la apuesta marinera de Iago Pazos y Marcos Cerqueiro, artífices del Abastos 2.0 de Santiago de Compostela. Caen una botella de espumoso portugués, y otra de un gran albariño. Riegan unas increíbles almejas vivas de Carril, ostras de Cambados, navajas con corteza rallada de limón y mejillones de la ría en escabeche. Y una caballa con esferificación de chile habanero y corteza de limón, un salmonete macerado en su propia grasa y piel frita estilo cortezas, y un sargo en tiradito. Y que no falten unos berberechos a la sartén en aceite de oliva, o una empanada de bonito crudo del norte en tataki. Rematamos la faena con un postre de tres chocolates y arroz con leche… con helado de arroz con leche.

Todo ello, disfrutando de un precioso atardecer sobre la ría de Arousa, erizada de postes de madera que sostienen viveros de almejas.